La
semana pasada leí (las partes que me interesaban de) Resentir lo Queer en América Latina: Diálogos desde/con el sur. Raramente
mi interés por este tipo de teorías críticas y mi formación profesional
intersectan. Sin embargo, mientras leía en el libro un ensayo sobre propuestas
artísticas queer en ecuador me topé
con las siguientes palabras:
"(...)
discursos folklorizados sobre la «ecuatorianidad», cómplices del proyecto
nacional de mestizaje, aparentan valorar la cultura indígena, pero a costa de
folklorización, es decir, de una versión colorida, pintoresca, esterilizada y
—sobre todo— des-sexualizada de lo indígena que desplaza y niega la historia de
marginalización que continúa hasta el presente".
De
alguna forma, encontré una conexión entre esta nueva definición de
folklorización y la práctica de la enseñanza del español para extranjeros en
México. Me parece, de alguna forma, que enseñar español a extranjeros implica
convertir una realidad compleja en un producto de consumo. En nuestras clases
de español hablamos de comida, lugares, música, costumbres mexicanas. Pero
generalmente de una forma acrítica, superficial “una versión colorida,
pintoresca, esterilizada”. Creo que en esto tienen que ver muchas cosas. Por
ejemplo: no conocemos los temas a profundidad, no sabemos manejar los
contenidos con el objetivo de promover un pensamiento crítico, nuestro objetivo
es más usar la cultura para enseñar lengua, queremos mantener las clases
ligeras y divertidas para nuestros estudiantes, no debemos alejarnos de los
contenidos y enfoques de los lugares en los que trabajamos, etc.
En
la escuela donde hago mis prácticas, por ejemplo, hay un montón de actividades semanales a las
que los estudiantes acceden gratuitamente (habiendo pagado unos buenos dólares
por sus cursos semanales, claro está). Hay visitas a museos, tours por la
ciudad, intercambio de idiomas, salidas en grupo a eventos culturales, etc. Ésta
es una forma de mostrar lo bonito de México. Nada de malo en ello. Sin embargo,
una cosa importante en la situación actual de México es la relación entre
empleados y empleadores. Yo, por ejemplo, estoy trabajando allá 4 horas al día.
Soy practicante, y necesito que me firmen horas, pero para mí (y tendría que
investigar si para la ley), la relación con la escuela es una relación laboral,
y nunca me hablaron de ningún tipo de prestaciones fuera del pago de las horas
de clase ($45/h). Los maestros en la escuela, por obligación, participamos
en por lo menos una actividad a la semana. Y en caso de salidas a café para el
intercambio, bebida social, o eventos, nosotros mismos debemos cubrir nuestro
consumo. Cabe mencionar que el tiempo de las actividades extraescolares no nos
lo paga la escuela. Entonces, desde mi punto de vista, la escuela se aprovecha
por un lado de la cultura mexicana para venderse a los extranjeros, y por otro,
de la situación económica del país e informalidad en las relaciones laborales
para maximizar sus utilidades.
De
esta vaga reflexión me quedo con 3 ideas: 1.Tengo que pensar de qué forma
hablar de mi país y mi cultura con los extranjeros sin “exotizarlo”. 2. Quisiera
encontrar la forma de expresar en la escuela que me parece mal que las
actividades extraescolares no se les pague a los maestros. 3. Este tema me
parece explotable para investigarlo formal o informalmente, buscaré a alguien
con quién discutirlo.