El tiempo
El tema del tiempo es, para mí, el principal diferenciador entre las dos opciones. Cuando asistía a la escuela tenía que tomar un autobús de Érd a Budapest y un metro. El transporte en este país es puntual, pero ir a la escuela 4 días por semana implicaba 8 horas de transporte. Mi curso era de 12 horas por semana. Entraba a las 10 de la mañana, tenía una hora y media de clase, media hora de descanso y otra hora y media de clase. La última media hora era especialmente difícil para mí. No me gustaba estar tanto tiempo sentada y a esas alturas ya no me sentía con la disposición de seguir recibiendo información. Más que motivada, terminaba cansada.
Con las clases por Skype, en cambio, no necesito hacer ningún desplazamiento (otra ventaja: ahorro hidrocarburos). Prefiero tomar clase desde mi casa para evitar el ruido ambiental, pero he tomado clases aún estando de vacaciones. Las plataforma donde empecé a estudiar húngaro es verbalplanet. Las lecciones ahí duran 45 minutos. Creo que tener clases más cortas me ayuda a estar siempre concentrada. Además, por ser una sesión privada, puedo avanzar mucho más rápido en el desarrollo de la expresión oral. Una prueba de esto es que empecé de cero totalmente en Noviembre, y después de tomar una clase por semana por cuatro meses (cerca de 20 horas), me pude integrar a un grupo que llevaba 100 horas de clase. En muchas ocasiones noté que yo que sabía cosas que mis compañeros aún no habían aprendido.
El dinero
El curso de un mes me costó $139 dólares, más $20 de los libros y $10 de transporte por semana. Al final, el precio por hora de clase es de $3 dólares. Es difícil calcular qué tanto de ese tiempo es realmente efectivo. Pasábamos 60% del tiempo en actividades de lectura y escritura que hubiera preferido hacer sola en mi casa. En contraste, mi primer maestra privada tenía un precio por hora mucho más alto: $25. Ella tiene maestría y mucha experiencia. Además de impartir su clase, me enviaba por correo material para estudiar, actividades para completar y un documento con todas las palabras nuevas de la clase. Para mí, valió la pena. Mi maestra actual está estudiando enseñanza de leguas en la universidad, y me cobra $7 por hora de conversación. Es una excelente opción para mí ahora que quiero conversar porque ya conozco el sistema fonético y lo básico de gramática.
La experiencia de aprendizaje
En cada una de las tres fases, la experiencia de aprendizaje fue distinta. Yo sé que la interacción en clase con otros estudiantes debe ser enriquecedora, pero a mí me parece que más por el tema personal que por el aprendizaje de la lengua (al menos en los primeros niveles). Varias veces mis compañeros me ofrecieron explicaciones o traducciones equivocadas. Además, cada uno pronunciaba el húngaro a su manera y a algunos no les entendía casi nada. Finalmente, la interacción entre nosotros era mayormente en inglés, y cuando era en húngaro generalmente era en una actividad propuesta por la maestra, demasiado restringida y artificial.
Pasábamos media hora cada lunes respondiendo uno a uno a la pregunta ¿qué hiciste el fin de semana?, y algunos salíamos del apuro con respuestas estereotipadas. Creo que en pocas ocasiones usé el húngaro para expresar algo que saliera de mi necesidad de comunicar. Ocasionalmente, los estudiantes llevaban a clase estructuras gramaticales que no estaban dentro del programa y la maestra los echaba a un lado diciendo "todavía no". Esto me sorprendió porque, estando en un contexto de inversión, el conocimiento lingüístico viene en todas las formas y obviamente, en un orden diferente al de los materiales.
Con mi maestra actual, en cambio, platico sólo de lo que me interesa. Ella me corrige y escribe frases o palabras nuevas (a veces le pido que transcriba sus propias producciones cuando no la entiendo, cosa que no puedo hacer en una conversación normal con nativos). En esta clase todo depende de mí. Aprendo palabras o estructuras que no necesariamente corresponden al nivel A1. Después de clase hago lo que tengo que hacer para integrar el vocabulario y las estructuras nuevas a mi repertorio.
Como pueden ver, mi actitud hacia los cursos de idiomas está determinada por el hecho de que mi experiencia más reciente no me gustó. No recomendaría la escuela a la que asistí. Sin embargo, puedo imaginar algunas situaciones en las que probaría otra escuela: 1. Si necesitara un programa muy específico de un instituto con reconocimiento. 2. Si mi intención fuera específicamente hacer amigos extranjeros. 3. Si mi empresa me pagara la matrícula. En ese caso creo que trataría de hacer un muy buen examen de ubicación para entrar a un grupo con un nivel ligeramente más alto que el mío, para que las clases fueran un desafío.
¿Ustedes qué experiencias han tenido con cursos y clases de idiomas? ¿Cuál opción prefieren?
Definitivamente prefiero clases privadas de idiomas
ResponderEliminarPrefiero clases privadas de idiomas
ResponderEliminarCreo que las clases privadas pueden ayudar a avanzar con mayor rapidez puesto que pueden ajustarse a las necesidades de la alumna en particular, pero es de igual importancia la práctica coloquial que se logra en la interacción con otras personas en la vida cotidiana.
ResponderEliminarInteresante artículo, gracias por compartirlo, yo creo que las clases tradicionales de idiomas con un profesor dirigiendo la dinámica con varios alumnos son buenas para sentar las bases del idioma pero coincido definitivamente con lo que escribes en el último párrafo de la sección "La experiencia del aprendizaje" donde la verdad gran parte de las dinámicas son artificiales y no apegadas a la realidad pero como se trata de aprender lo visto en el libro pues a practicar esas estructuras un tanto acartonadas, yo creo más bien debería plantearse la posibilidad de hacer cambios a esas estructuras, en mi punto de vista di un gran avance con mi inglés cuando asistí a clases de conversación uno a uno; sin embargo, no todos pueden pagar por clases particulares por lo que definitivamente si propondría replantear la dinámica de clases grupales.
ResponderEliminarGracias por compartir y saludos